Escrito está

Sueño con el ramo de hojas secas, lo estoy viendo
siempre floreciente y sueño que quien lo hizo
volverá de un momento a otro a poner la hoja que falta.
Qué importa esperar otro otoño si la muerte es tan larga.
Yo sueño con el ramo y pienso que si ella no está
el ramo tiene tiempo de alegrarse con su belleza
y alegrarme un poco a mí que estoy muerto de gozo y de pena
de ver este ramo en la mesa y no en tus propias manos.
Benditas manos que entremezclaron en un solo ramo
las hojas y los recuerdos de las cuatro estaciones.
Cúantas hojas, cúantas lágrimas que lloran el olvido
que vuelven todo del calor de la tierra en invierno.
Yo no dejo de mirar el ramo, porque mirándolo
sé que nada tiene término, si no pierdes la esperanza
de que lo bello terminará por hacer olvidar las miserias del hombre.
Y el ramo, en vez de disgregarse, se ha vuelto
más vivo y más bello, aguardando a quien lo hizo.

(El ramo de hojas secas / Escrito está )

 

Yo sé que en este momento estás detrás de mí
y miras la página blanca mientras yo estoy mirando
la lejanía sin ninguna nube.
Yo sé que al pensar te acercas más a mí
y al escribir  la primera palabra las líneas de tu rostro
se vuelven más nítidas como las líneas de mi mano.
Pero esa palabra no sale de mi boca
no se abre entre mis dedos como una flor.
Yo sé que si te llamara en el silencio de este momento
tú aparecerías frente a mí como el primer día.
Pero no puedo decir tu nombre como si nunca lo hubiera conocido
o la blancura del papel me lo impidiera.

(III / Escrito está)

 

Tu último suspiro fue aún más suave
que soplar un vilano, que aspirar una flor.
Y sin dejar de mirarme, como acercándote a mí
para decirme que la ayudará a vivir un día más.
Yo soplé en su boca para hacerla vivir
sabiendo que estaba muerta, soplé y soplé
y sentí que alguien me estrechaba con un abrazo mortal.
Era el primer nudo de nuestra vida, el nudo ciego
de nuestra juventud, que se hace también ciegamente
con los extremos de la vida y de la muerte.
Yo dejé de soplar para decirle a mi mujer
que ella no podía morir porque yo estaba vivo.
Y ante esta afirmación se produjo un silencio infinito.

(XI / Escrito está )

 

Algo nos une todavía, la página blanca.
Es tu gran silencio antes de conocernos
y es mi gran angustia antes de escribir la primera palabra.
Estamos unidos por este gran abrazo de la vida
por este puñado de tierra desgranado sobre tu rostro.
Quién eres, quién soy yo, para pretender lo imposible
encontrarte de nuevo sabiendo que has muerto.
Pero qué es morir en poesía, sino revivir en el proyecto
de un gran poema, el día que desposemos la luz?

( VIII / Escrito está)

 

Y todo se detuvo de repente, todos quedamos unidos
a lo que estábamos haciendo, a la harina, al agua, al fuego
al tiempo original donde no existe el dolor ni el gozo.

Fragmento (Los utensilios han muerto ayudándote a morir / Escrito está)